“A los xograres lo que nos define es la amabilidad, la buena convivencia, y el sentido de pertenencia”

Jessica Fernández
Los institutos Xograr Afonso Gómez y Gregorio Fernández de Sarria conmemoran este año 2025 su 50 aniversario, medio siglo de compromiso con la formación y el desarrollo educativo de la comarca. El IES Xograr Afonso Gómez inició su andadura en el año 1975 como Instituto de Bachillerato, instalado en el edificio que hoy ocupa la Casa de la Cultura de Sarria, y, cinco años después, en el curso 1980-81, el centro se trasladó a su ubicación actual. Por su parte, el IES Gregorio Fernández nació también en 1975, pero con la vocación de ofrecer enseñanzas de Formación Profesional. Con el paso del tiempo, se adaptó a las nuevas etapas educativas y, en el curso 1998-99, incorporó la ESO y el Bachillerato. Actualmente, el instituto acoge también la extensión de la Escuela Oficial de Idiomas en Sarria.
Con respecto al IES Xograr, que cuenta hoy con 380 alumnos y 46 profesores, lleva desde el año 2011 bajo la dirección de José Manuel Valcarce López, quien fue alumno, profesor y, desde hace 15 años, director del centro. El primer día de clase en el instituto, el 7 de noviembre de 1975, él no estaba allí, “ya que tenía dos años”, detalla, pero sabe que aquel edificio se adaptó para poder poner en marcha las enseñanzas. Ahora, con el paso de los años, “tenemos unas instalaciones maravillosas y que tienen absolutamente de todo”. Así, comenta Valcarce que este “fue uno de los primeros centros de la provincia que contó con aulas digitalizadas y, hoy en día, siguen renovándose continuamente”.
Con esa filosofía de trabajo comenzó su andadura como director en el año 2011, siendo su objetivo “potenciar una convivencia más positiva y que fuera un centro agradable y amable para quien viene. Y eso lo conseguimos dotando al centro de comodidades que tal vez en otros centros no son habituales de ver. Tenemos sofás en las entradas, espacios de ocio para el alumnado, elementos para que puedan diversificar las actividades en los patios, como futbolines, unas mesas de ping pong, un campo de vóley playa, o distintos juegos pintados en el suelo; también contamos con un gimnasio increíble que sirve para actividades de otras asociaciones de la villa, un pabellón compartido con el IES Gregorio Fernández, una biblioteca recién renovada y ampliada que llama la atención, y decoraciones a base de murales en distintos espacios del centro que, además de decorar, promueven valores positivos… Y todo eso para ponerle una buena cara al centro porque va ligado a nuestro carácter. En esa línea, siempre tenemos las puertas abiertas y todo acristalado, así nos vemos todos y nos saludamos. Es lo que nos define: la amabilidad y la buena convivencia”.
Esa convivencia se ve tanto en el profesorado como en el alumnado: “El claustro cambia año a año y la gente puede pensar que eso es algo negativo para seguir impulsando los proyectos que tenemos en marcha, pero no es así, porque hay una cultura de pertenencia al centro, una forma de hacer y una ilusión que se transmite de unos a otros, y todo eso une, por eso a la gente le apetece participar de los proyectos, tanto al profesorado como al alumnado. Y esa es la clave del éxito del centro”, pone en valor.
LOS PROYECTOS DEL CENTRO
El centro participa en muchos proyectos posibilitados por la Consellería de Educación y otros, como el de Centros Referentes e INNOVALAB. “Es uno de los que más orgulloso me siento”, dice José Manuel, ya que nos permite desarrollar con el alumnado muchas actividades para potenciar la inclusión, la convivencia, la sostenibilidad, la competencia matemática, etc. También participan en un programa, desde hace 7 años, que se llama ‘Educación Responsable’ de la Consellería de Educación en colaboración con la Fundación Botín, y que busca un crecimiento de los niños no solo en el sentido académico, sino en todos los ámbitos de la vida, potenciando la educación emocional, el talento y la creatividad. Además, “también estamos metidos en los proyectos europeos. El año pasado obtuvimos el primer proyecto europeo de Erasmus+ y este año hemos conseguido otro de formación profesional, y queremos tener una acreditación permanente Erasmus+”.
Y, después, destacan muchos otros pequeños proyectos propios del centro, como el programa ‘En bici al Xograr’, que recibió muchos premios y que “manifiesta dos líneas de trabajo referentes del centro, que son la salud y la sostenibilidad”, destaca. Así, implicaron en este proyecto al Concello de Sarria, Diputación, Xunta de Galicia, así como otras entidades que colaboraron en esta iniciativa. Con respecto a los premios recibidos, el director del centro expresa que “son interesantes, porque ponen en valor y reflejan el trabajo que hay detrás de cada proyecto, y, a la vez, dan una satisfacción, aunque el trabajo no lo hagas por el premio”, explica.
Por otro lado, pone en valor el ciclo de formación profesional de atención a personas en situación de dependencia, ya que “fomenta la inclusión y la convivencia entre el alumnado del centro”. Así, reconoce que a veces los padres tienen “miedo” de juntar a los pequeños de 1º de ESO con los de Bachillerato o con los estudiantes de ciclo, pero “yo siempre les digo que las problemáticas de convivencia surgen entre iguales. Realmente, personas con diferencias de edad tan amplias no tienen mucho contacto en el centro, salvo cuando promovemos nosotros actividades intergeneracionales. Por ejemplo, en el ciclo, los profesores diseñan actividades para trabajar con niños, y, a veces, invitamos al alumnado de la EEI Xela Arias o del CEIP Frei Luís de Granada a hacer actividades, y trabajan conjuntamente niños con alumnos que en algunos casos podrían ser sus padres. El aprendizaje es muy potente para el alumnado, y los pequeños disfrutan un montón. Por lo que tener edades tan diversas no es un problema, es una ventaja”, sentencia.
LA DIVERSIDAD
Con respecto al alumnado, el director del IES Xograr destaca que “hay una evolución muy grande en la cantidad y en la tipología de alumnado desde su fundación hasta el día de hoy. “Cuando yo comencé en este instituto como alumno, en el año 86, todos éramos nacidos en Sarria y alrededores. En 2001, ya como profesor, también había muchísimos alumnos del rural, ya que de los colegios de Samos, O Incio o Triacastela venían a hacer aquí la ESO y Bachillerato entre 35-40 alumnos cada curso; mientras que hoy vienen 5 o 6 alumnos entre los tres municipios. Y esto pasa por el despoblamiento que hay en el rural. Sin embargo, esa falta de alumnado hoy está compensada por la inmigración. Hubo algunas olas importantes en las dos primeras décadas de este siglo, pero pienso que ahora estamos en un período de crecimiento exponencial”.
Así, explica que todas las semanas hay nuevos alumnos para la escolarización, procedentes sobre todo de Latinoamérica, pero también de Marruecos y otros países. “En este momento, está llegando muchísima gente de Cuba. Entre el curso pasado y este se incorporaron alrededor de catorce alumnos cubanos. Esto implica, de alguna manera, un enriquecimiento cultural muy potente, pero también una gran necesidad de trabajo y esfuerzo en la integración. La integración siempre genera dificultades, sobre todo cuando el alumnado no conoce ninguna de nuestras lenguas oficiales. En el caso del alumnado de Marruecos, en la mayoría de los casos no es solo que no conozcan el gallego, sino que tampoco hablan castellano. Por eso, tenemos que establecer períodos de adaptación y realizar un esfuerzo muy importante por parte del profesorado, habilitando horas extra para ofrecerles el máximo tiempo posible en el aprendizaje de las lenguas, porque si no hay lengua, no hay integración”, aclara.
Además, también apunta a la necesidad de atención a las necesidades especiales de cada persona. “Cada estudiante necesita una atención individualizada. Ya no se trata de estar en un aula donde el profesor imparte una clase magistral lanzando conocimientos, sino que ahora debemos hacer múltiples adaptaciones y ajustarnos a la realidad que tenemos, sin dejar a nadie atrás, que es algo fundamental. Cuando yo estudiaba, quien llegaba, llegaba, y quien no, quedaba atrás. Eso cambió completamente, y ahora intentamos, por todos los medios, que lleguen, o al menos que alcancen el máximo posible en cada caso”.
EL FUTURO
José Manuel Valcarce ya lleva 15 años como director y acaba de presentar, el año pasado, otro proyecto de centro para seguir siendo director, por lo que, al menos, le quedan otros cuatro. “Cada vez que le digo a otros directores que llevo 15 años en el cargo, se llevan las manos a la cabeza. Me gusta decirles que se puede ser director y ser feliz. Las direcciones estamos muy cargadas de trabajo e implica una dedicación 24/7, pero lo más importante es tener ilusión y centrarse en todo lo bueno que podemos hacer. El año pasado pensé que quizá el centro necesitaría un cambio, pero el claustro me empujó a seguir y me apoya en mi trabajo, así como en las iniciativas que propongo. Hay que seguir cambiando, evolucionando y poniendo cosas en marcha”.
Con respecto a las necesidades de cara al futuro, el director sostiene que “necesidades tenemos muchas, pero estamos bien dotados de instalaciones y de profesorado. Aprovechamos al máximo los recursos que tenemos. Organizamos el centro siempre tratando de atender a todos. Sin duda, tenemos proyectos para seguir mejorando aspectos, pero son cosas que no son urgentes. Contamos con unas instalaciones magníficas y, en cuanto al profesorado, estamos cubiertos. No nos sobra nada, pero tampoco nos falta nada”.
Por eso, la visión de futuro es que “el centro continúe en esta fase de ascenso progresivo, año a año, paso a paso, y que se mantenga así, o al menos que no disminuya. Para mí, eso ya sería un éxito importante, porque creo que es un centro que ha alcanzado un éxito notable”, pone en valor José Manuel Valcarce, quien recuerda que el año pasado estuvieron en el Congreso de Inclusión y Bienestar para exponer buenas prácticas del centro. “Nos reconocen en muchos ámbitos. Como director, personalmente, formo parte de la Junta autonómica de directores, que representa a los directores de toda Galicia, y me invitan a charlas y formaciones para directores desde hace siete años. Hay mucho trabajo detrás, pienso que bien hecho, y mantenerlo, creo que es muy importante. De todos modos, siempre hay que mirar hacia arriba, porque si no, es cuando empezamos a bajar. Queremos seguir mejorando como centro, avanzar sobre todo en los proyectos europeos que brindan grandes oportunidades a nuestros chicos, y aprovechar cualquier oportunidad para seguir implementando otros proyectos y que nuestro alumnado recoja finalmente esos réditos y beneficios. Y no solo dentro de nuestro centro, sino también que sirva como referencia para otros”, concluye.