Descubriendo el patrimonio: Capela de Santa María de Loio

Por Jessica Fernández
El monasterio de Santa María de Loio, localizado en la parroquia de San Salvador de las Cortes, en Paradela, fue un lugar muy relevante en la historia del Camino de Santiago. Actualmente, solo queda una capilla, que además fue recientemente restaurada.
Cerca del río Miño, la capilla se encuentra próxima a las cercanías de la ruta PR-G 14 ‘Ruta del Loio’, que lleva a descubrir lugares como cascadas y riachuelos de Paradela.
De construcción moderna, ya que acaba de ser renovada, cuenta con una imagen de Santiago que resume lo que allí sucedió, el nacimiento de la Orden de los Caballeros de Santiago, fundada para la protección de los peregrinos y del sepulcro del Apóstol alrededor de los siglos IX-X.
La orden militar de Santiago tiene orígenes confusos, tanto en su faceta castrense como en la santiaguista, pero su primer antecedente parece remontarse al siglo IX, cuando surge en Santiago la Hermandad de los Caballeros Cambeadores, el origen de los Caballeros de Santiago de la Espada.
Cuando el rey conoce que los peregrinos eran asaltados y robados, manda “a Brandeso seu capelán mor que dos mais altos fillosdalgo dela e dos pobladores que nela estuviesen, juntasse ante o Apóstol doce que coydasen das moedas, oro e prata e outros haberes que viñan de longas terras, que traguían os Romeyros…” Estos caballeros eran los templarios de Galicia que defendían los peregrinos y guardaban el sepulcro del Apóstol Santiago.
El rey funda “una cofradía de la espada de este divino patrón (Santiago) en Galicia, señalando trece calificados caballeros en memoria de Cristo y sus doce Apóstoles…origen de la Orden Militar de Santiago… en la cual hubo 42 maestres hasta que la incorporaron a su real corona los Reyes Católicos”, según Méndez Silva.
Pero la creación de la Orden en toda su plenitud de lo que significó en la historia hay que situarla en el reinado de Fernando II. El profesor Amor Meilán recoge en su Historia de la provincia de Lugo, tomo IV, como fue la histórica asamblea que tuvo lugar en Santa María de Cortes para la creación de la Orden:
“Unos cuantos nobles en linaje, insignes en sabiduría, fuertes en las armas y gloriosos en todo lo material, pero pobres en virtudes y viciosos…arrepentidos de su vida de disipación y escándalo, resolvieron sin abandonar las reglas de la caballería, a la cual pertenecían…, hacer vida común y someterse a una regla religiosa que fuese como norma de su conducta y designar entre ellos un Prefecto y otros dignatarios que los dirigiesen y guiasen.”
Así, el intento de los caballeros alcanzó fortuna y la Orden consiguió el prestigio y la protección de reyes, prelados y papas.
El rey Don Fernando, en 1170, incorpora la Orden a este monasterio. Unidos en hermandad, los caballeros y los canónigos, acuerdan hacer las constituciones de la misma, en las que se establece que es en el monasterio donde se celebrarían los capítulos generales, y que a la muerte del Maestre y hasta la elección de otro, el prior de la casa regiría el maestrazgo y toda la Orden.
En 1171 el arzobispo de Santiago nombra canónigo de su iglesia al Maestre y a todos sus sucesores, entregándole una bandera con una cruz bordada en forma de espada.
El Papa Alejandro III, por medio de la bula de 5 de julio de 1175, aprueba la constitución canónica de la Orden, citando el monasterio, lo que demuestra la gran importancia que alcanza para la milicia jacobea.
Sin embargo, surgen antagonismos entre los santiaguistas, creándose dos bandos, discrepancias que se agudizan en el momento de elegir Maestre. Hacen causa común los de Galicia y León frente a los de Castilla. La elección de Fuencalada disgusta al Conde de Sarria y esto fue seguramente el motivo de que se apartara de la Orden, renunciado al hábito y al encargo que le había sido concedida, fundando así otra milicia. Con la muerte de aquel Maestre en 1184, vuelven las discordias entre los galaico-leoneses y los castellanos, que vencen de nuevo, nombrando a don Fernando Díaz de Ávila, quien al poco tiempo renuncia al cargo y le sucede el de Lemos.
Esta milicia tuvo su lugar de enterramiento para los caballeros de Galicia en el lugar de Vilar de Donas, tal y como investigó el cura y escritor Elías Valiña Sampedro.