Descubriendo el patrimonio: El Castro de Formigueiros de Samos

En el corazón de la Sierra del Édramo, a más de 800 metros de altitud y en el extremo sur de la parroquia de Santiago de Formigueiros, en el municipio de Samos, se alza uno de los enclaves arqueológicos más monumentales de la Galicia castreña. El Castro de Formigueiros, situado en una loma que domina visualmente las comarcas vecinas, no solo destaca por su posición estratégica, sino también por su complejidad estructural y la riqueza de los hallazgos que han salido a la luz en las últimas décadas. Su localización sirve además como punto de transición entre las parroquias de Formigueiros y las vecinas Santa María de Mao y Reboiro, estas ya pertenecientes al municipio de O Incio. Además, cabe destacar que, en la Sierra del Édramo, también se encuentran unas mámoas y la necrópolis de Santa Mariña do Incio.
Se trata de un asentamiento de la Edad del Hierro cuya historia se extiende a lo largo de varios siglos, con fases de ocupación y abandono que reflejan las convulsiones históricas de la Galicia prerromana y romana. A pesar de que hay indicios de una ocupación prolongada hasta las primeras invasiones germánicas, diversas hipótesis arqueológicas sugieren que el castro pudo haber estado deshabitado durante dos o tres siglos antes de volver a ser ocupado, probablemente poco antes o durante los primeros años del Imperio Romano. La tradición historiográfica recoge que fue abandonado en el siglo I d.C., durante el gobierno del emperador Tiberio, pero, como ocurrió en muchos otros castros gallegos, tras la caída del Imperio Romano sería reutilizado brevemente hasta el inicio de las invasiones germánicas.
Su estructura defensiva es una de las más destacadas entre los castros gallegos conocidos. En un terreno que no es inexpugnable por naturaleza, los habitantes de aquella época levantaron un complejo sistema de defensa compuesto por cuatro líneas de murallas acompañadas de sus correspondientes fosos y parapetos. Estas construcciones, que rodean todo el perímetro del asentamiento, evidencian un alto grado de organización y un notable conocimiento técnico en el arte de la fortificación, hecho que refuerza la idea de que Formigueiros jugó un papel relevante en su contexto territorial.
El castro fue objeto de diversas campañas arqueológicas, la más reciente de las cuales tuvo lugar entre los años 2006 y 2008. Durante estas excavaciones, fueron descubiertas varias viviendas, se reconstruyeron partes de las murallas y salieron a la luz numerosos restos materiales que aportan información valiosa sobre los modos de vida de la comunidad que allí habitaba. Uno de los hallazgos más destacados fueron cuatro losas de pizarra en las que se pueden observar grabados de gran interés simbólico y artístico: caballos, peces —probablemente salmones— y figuras geométricas que evocan laberintos. La interpretación de estos motivos sugiere un posible uso religioso o ceremonial, aunque los investigadores no descartan otras funciones simbólicas.
Estos grabados, a pesar de que en un primer momento fueron señalizados in situ, fueron trasladados con el paso de los años al Museo del Castro de Viladonga, donde fueron depositados oficialmente en el año 2021. Esta decisión permitió garantizar su conservación y facilitar su estudio en condiciones óptimas, evitando el riesgo de deterioro o desaparición que amenaza a muchos elementos patrimoniales al aire libre.
En la actualidad, el Castro de Formigueiros presenta un aspecto cuidado. Las murallas se encuentran limpias y visibles, los restos de viviendas pueden reconocerse en el terreno y el conjunto ofrece una imagen que permite al visitante imaginar, aunque sea parcialmente, cómo fue la vida en uno de los poblados castreños más impresionantes de la Galicia interior. Aún queda mucho por descubrir en este enclave, que sigue siendo objeto de estudio y que continúa abriendo ventanas al pasado de nuestra tierra.