Descubriendo el patrimonio: O Pazo de Láncara

El Pazo de Láncara se encuentra en la parroquia de San Pedro de Láncara, en el municipio homónimo, y posee una rica tradición histórica que se remonta a siglos pasados.
En sus orígenes, en el siglo XVI, la edificación era una fortaleza, y en ese momento sus propietarios eran Beatriz de Castro y su marido Don Pedro Bolaño Ribadeneira, para después pasar a manos de Doña Ana Pimentel Ribadeneira y Don Alonso Yebra, quienes emprendieron la construcción del edificio que existe hoy en día.
A diferencia de otros pazos de la época, este no cuenta con una capilla propia, ya que la iglesia de San Pedro se encuentra a escasos metros. Desde finales del siglo XVI, los miembros de la familia Ribadeneira fueron los patrones de la iglesia, y tuvieron el privilegio de ser enterrados en el presbiterio, en sepulturas situadas bajo un arcosolio en los laterales de la capilla mayor.
El Pazo de Láncara alcanzó su mayor relevancia y prestigio a principios del siglo XVIII, aunque pasó por varias manos de familias nobles, hasta que fue donado a la Diputación de A Coruña. Esta, en su momento, decidió ponerlo a la venta en subasta pública, siendo finalmente adquirido por el industrial alemán William Putzer, quien llevó a cabo importantes mejoras en la propiedad. Actualmente, el pazo está destinado al turismo rural.
En cuanto a su estructura, el Pazo de Láncara se presenta como una edificación de estilo palaciego, con un patio interior y torreones en la fachada, que originalmente no tenían la misma altura. Sin embargo, debido al proceso de restauración al que fue sometido, las torres fueron igualadas.
La fachada principal, orientada al sur, es la más destacada de todo el conjunto. A diferencia de otras partes del edificio, está construida en sillería, lo que le confiere un carácter robusto y elegante.
La disposición de las torres, junto con el cuerpo central más bajo y ligeramente retranqueado, crea una composición que se distingue por su contraste entre lo cerrado de las torres y lo abierto del cuerpo central, concebido como una logia. Las torres mantienen su carácter defensivo original, aunque carecen de la solidez monolítica que caracteriza a las construcciones renacentistas.
Un triple arco sobre pilares decorados con molduras lleva al paseo porticado, que da acceso al patio y a las habitaciones de las torres.
La puerta principal, de diseño barroco, presenta guarniciones con orejeras, aunque la ejecución de la obra resulta tosca y dista del modelo original. Sin embargo, el trabajo del cantero en el piso superior es más refinado, ya que esta zona, al ser la parte noble, recibió un tratamiento decorativo más cuidado.
Sobre las arcadas de la planta baja se abren tres balcones con montante y balaustrada de piedra, y a ambos lados del vano central se encuentran los escudos heráldicos de la familia, timbrados con yelmos de acero bruñido y visera entreabierta, como era propio de aquellos caballeros que desempeñaron cargos en la corte o en el ejército.
En cuanto al resto de las fachadas, la que da al jardín es la única de interés destacable, fruto de una reforma posterior que amplió la casa mediante la construcción de una gran terraza en el primer piso. Para acceder desde el jardín, se construyó una escalinata monumental de piedra con un trazado complejo.
Uno de los elementos más singulares del Pazo de Láncara es su recibidor, que actúa como distribuidor del conjunto y conecta las principales dependencias de la planta baja y del piso superior. Su diseño es irregular y corresponde a dos fases constructivas diferentes.
En el lado norte y occidental, se aprecian dos corredores adintelados sobre columnas dóricas de fuste liso, mientras que en los otros lados, las fachadas presentan un carácter más doméstico, con vanos dispuestos de forma asimétrica.
Desde el recibidor se accede a la escalera de piedra que conduce al piso superior, uno de los pocos elementos originales que se conservan en el interior del edificio.
En conclusión, el Pazo de Láncara, testigo de varias épocas y transformaciones, es una joya arquitectónica que refleja la historia y el linaje de la nobleza gallega, y hoy en día sigue siendo un referente cultural y turístico en la región.