Estefanía Padullés: “Los encuentros con niños sacan lo mejor de mí y me dan energía para seguir”

Jessica Fernández
Estefanía Padullés nace en 1978 en Vilada, un pequeño pueblo al norte de la provincia de Barcelona, cerca de los Pirineos, de donde procedían sus abuelos paternos. Sus abuelos maternos, en cambio, eran gallegos, y durante la infancia pasaba parte del verano en su aldea, de la que guardó buenos recuerdos por el contacto con los animales y la vida en plena naturaleza.
Estudió biología en Barcelona y, tras licenciarse, se trasladó a Almería, donde desarrolló diversas tareas relacionadas con su profesión, trabajando, por ejemplo, en un Centro de Recuperación de Fauna Marina, en clínicas veterinarias y en la Reserva Zoológica del Desierto de Tabernas, donde aprendió mucho sobre educación ambiental coordinando el Departamento de Educación.
En 2012 decidió, junto a su pareja, mudarse a Galicia y perseguir su sueño: dedicarse a la ilustración y a la escritura. Desde entonces reside en una aldea de Paradela, donde restauraron una casa antigua con huerta y se dedica profesionalmente a la creación e ilustración de libros infantiles y juveniles. Allí, inspirada por el contacto con la naturaleza, la tranquilidad y la calidad humana, desarrolla su trabajo.
Cuando entró en este mundo, lo primero que vio es “que estaba dividida la parte de la ilustración y de la escritura, por lo que al principio intenté ser más ilustradora, porque yo amaba dibujar desde pequeña, pero con el tiempo me di cuenta de que me gustaban mucho ambas cosas: dibujar y escribir, por lo que empecé a combinar ambas cosas, ya que para mí son dos caras de la misma moneda”.
De esta manera, la artista comenzó a publicar libros ilustrados para niños y niñas, pero también llevó su arte a la calle y a los espacios públicos, siendo la autora de murales que decoran el CEIP San Miguel de Paradela, como el de la biblioteca, el del comedor o el del patio, que llenan de motivos naturales y humanos el colegio de la villa. Pero también pintó un mural en un local de Santalla contra el feísmo, ya que como dice Padullés, “está en expansión el fenómeno de pintar los muros para luchar contra el feísmo y me parece importante participar de este movimiento en el ámbito rural, pintando motivos relacionados con el espacio donde está localizado”, sostiene.
Tanto en sus textos como en sus ilustraciones, ya sean dibujos o murales, procura transmitir emociones que le resultan inspiradoras, tal como hicieron otros autores en sus obras, dejando una huella que la acompaña y que siempre recuerda a través de los personajes.
Pretende que sus historias sean divertidas y a la vez emocionantes, que permitan al lector desconectar de la realidad durante un momento, pero también que sirvan de apoyo en su vida cotidiana. Sus ilustraciones quieren ser tiernas y con un toque naïf (que se caracteriza por reflejar la realidad con deliberada ingenuidad, aparentemente infantil, y con poesía y simplicidad), aunque siempre mantiene el rigor científico y se documenta al máximo para que también tengan valor educativo.
“Creo que lo más importante para que un autor logre transmitir su obra es que se emocione de verdad al crearla. Y a mí, este mundo creativo, tanto literario como plástico, me apasiona”, destaca.
LA IMPORTANCIA DE PARADELA
Aunque hizo murales en otros municipios, como en Quiroga, Estefanía sostiene que con Paradela tiene una conexión especial, “ya que me sentí acogida desde el primer momento; me invitaron a participar en actos del Ayuntamiento, organizaron un acto para presentar varios de mis libros, como ‘A pantasma do castelo’... Siento mucho aprecio desde el Ayuntamiento y desde el colegio, en el que se hacen muchas cosas y es muy emocionante participar en ellas, algo que me ayuda a crecer como autora. Por eso me gusta tanto hacer cosas allí, es increíble poder crear cosas nuevas y desarrollarme en este aspecto profesional. Era mi sueño y lo hice aquí en Paradela gracias a las oportunidades que me dieron”.
Teniendo en cuenta ese desarrollo como autora en Paradela, Estefanía considera que de cara al futuro debe seguir potenciando esa conexión con los niños y con la educación. Por eso, también participa en ferias de libros y en clubes de lectura en los que puede mostrar sus ilustraciones y sus historias, donde ve “el feedback que me dan los niños, ya que me gusta saber qué opinan para seguir mejorando mis historias. Esos encuentros sacan lo mejor de mí, ya que en ese momento tienes contacto con los niños que leyeron el libro y vienen con el libro felices y a veces hasta te piden un abrazo... eso es brutal. Porque para ellos ese libro es importante y especial en su vida. Eso nos da a los autores energía para seguir escribiendo y hacer más cosas. Mi proyecto de futuro es seguir ilustrando y escribiendo libros para devolver a los niños ese cariño que me dan, transmitiendo valores. También me gustaría escribir para adultos, y seguir con el muralismo, pero sobre todo seguir mi camino de la mano de los más pequeños que son el futuro de la sociedad”, subraya.
SU ÚLTIMA OBRA
Estefanía Padullés presentó recientemente su última obra, ‘A egua de Breogán’, en la que se expone la leyenda de que fue el rey Breogán quien unió a las tribus celtas y las asentó alrededor de la torre de Brigantia para fundar la nación gallega. Este libro, sin embargo, habla de su yegua, ese animal sagrado que transformó a Breogán en héroe, y que, incluso hoy en día, a veces se puede escuchar galopando entre los viejos bosques de Galicia.
Según explica, como ocurre con todos sus libros, este no fue una excepción y se documentó profundamente para intentar contar la historia de forma fiel y históricamente rigurosa, aunque “siempre introduzco algo de fantasía”. En la historia también tiene un papel destacado la naturaleza, ya que ‘A egua de Breogán’ supone la exaltación de ese “vínculo con la naturaleza de los pueblos gallego e irlandés”, afirma.
En esta época marcada por los incendios, es especialmente importante que los niños adquieran ese amor por los bosques y los animales, por lo que el libro puede ser “un buen recurso didáctico en los colegios, así como para ser leído por niños y niñas de distintas edades o por cualquier persona interesada en la leyenda de Breogán o aficionada al álbum ilustrado”.
En definitiva, señala, es un libro muy gallego, cargado de memoria y perfecto para regalar. En cuanto a la ilustración, comenta que “los dibujos los hice lo mejor que pude, también el álbum ilustrado. Me gusta trabajar con mucha calma en esta parte, porque permite hacer un libro grande, en tapa dura, a doble página, y así poder lucirse en las ilustraciones. Por eso intenté hacer un libro bonito, para contemplarlo y leerlo más de una vez”.