“Poder seguir escolarizando niños talibé”, el sueño de Hospitaleros Sin Fronteras

Jessica Fernández
La situación de los niños talibé de Senegal impulsó a Jose Mejías a poner en marcha hace diez años la ONG Hospitaleros Sin Fronteras, que tiene su sede en Sarria, desde donde actúan en el país de Senegal.
Desde su fundación en el año 2015, el presidente de la ONG valora positivamente el recorrido realizado, ya que “empezamos con cuatro personas y ahora contamos con 150 socios que nos ayudan económicamente a través de su cuota anual de 60 euros, lo que supone unos 5 euros al mes. Quizás, para ellos, 5 euros no sea nada, pero para nosotros supone poder ayudar a niños que viven en condiciones pésimas en las daaras, pudiendo ofrecerles alimento, escolarización e incluso un lugar mejor donde dormir”, explica Mejías.
Los niños talibé son aquellos que vienen de zonas rurales y pobres de Senegal hacia las ciudades de la mano de un marabú, que actúa como su tutor legal, después de que sus padres los abandonen debido a la falta de recursos y a no poder hacerse cargo de su manutención. “Para los padres, es liberarse de una carga”, explica Mejías. El marabú, un maestro de escuela coránica, acoge alrededor de 80 niños en una daara, que es el nombre que designa el lugar donde habitan estos niños en condiciones muy precarias. Duermen en el suelo, no hay higiene ni intimidad, y muchas veces son castigados por los marabús. El objetivo de esta convivencia es que los niños aprendan el Corán, de la mano del marabú, y a cambio, están obligados a mendigar en las calles durante todo el día, teniendo que conseguir 80 céntimos. De no hacerlo, los niños son expuestos a maltrato psicológico y físico mediante palizas, e incluso pueden ser encadenados.
Después de varios viajes a Senegal, donde tuvo contacto directo con esta realidad, Jose Mejías no lo dudó y quiso formar parte del cambio de conciencia en la sociedad senegalesa, por lo que promovió la creación de Hospitaleros Sin Fronteras. “Vi todas las necesidades que tenía la población y, en especial, los niños talibé, que son muy vulnerables, y decidimos que queríamos cambiarles un poco la vida, que pudiera ser mejor y que pudieran tener un futuro. Actualmente tenemos acogidos a 140 niños a los que damos comida diaria y asistencia médica; de esos, 48 están escolarizados, y en el futuro queremos tener más. A través de la recaudación de fondos, reunimos material médico y escolar para luego viajar, dos veces al año, a Senegal, donde también tenemos cuatro colaboradores que están con esos niños de manera continua”, explica.

Además, manifiesta la dificultad de este trabajo, ya que “para escolarizar a un niño talibé hay que pedir permiso al marabú y a los padres, que muchas veces lo que quieren es que su hijo aprenda el Corán y luego vuelva a casa a dedicarse a la agricultura, la ganadería o la pesca. Sin embargo, es un trabajo satisfactorio, ya que ves la evolución de esos niños que van cambiando: pasan de estar mendigando en las calles, expuestos a atropellos, a la muerte… y luego están en una escuela. Es emocionante cuando llegas y te ven y sonríen porque valoran la ayuda que les diste. Estoy orgulloso de nuestro trabajo porque, hablando con el director del colegio donde tenemos escolarizados a estos niños, me dijo que los que llevamos nosotros eran los mejores estudiantes. Y eso también es porque les insistimos mucho en que estudiar va a promover que tengan un futuro mejor”, se emociona Mejías al contarlo.
LA ONG, EN SARRIA
“Hospitaleros Sin Fronteras es una ONG que actúa desde Sarria, aunque nuestros 150 socios son de todas partes. Y creemos que la gente de Sarria valora la importancia de nuestro trabajo, ya que nuestros colaboradores de Sarria se implican en las actividades que realizamos y la sociedad, en general, cuando volvemos de un viaje, nos para por la calle y nos felicita por el trabajo hecho. Me siento muy arropado por la gente de aquí, al igual que me siento arropado por la gente de Senegal”.
Además, la gente de Sarria “se involucra mucho durante los mercados solidarios que organizamos”, sostiene el presidente de la ONG, que pone en valor el Mercadillo Solidario Malicounda Teranga, en el que se recaudan fondos para poder escolarizar niños y pagar a los médicos que los atienden. En este último viaje, que fue “muy positivo”, participaron “personas maravillosas que trabajaron muchísimo, ya que además de cuidar a los niños, visitaron muchas aldeas. También llevaron ropa y todo tipo de materiales necesarios para los niños talibé, así como herramientas y materiales necesarios para seguir con su mayor proyecto, la casa multifuncional que están construyendo en Malicounda. Esta consta de una cocina, un aula para enseñar oficios a los niños talibé, un pequeño dispensario y un dormitorio, en el que duermen 20 de los niños escolarizados; incluso hicimos unas duchas y aseos para mejorar la calidad de la higiene de estos chicos”, sostiene Mejías.
Respecto a los viajes, “de los 150 socios, hay 65 cooperantes que han venido alguna vez a Senegal y todos dicen que cuando viajas allí tienes sentimientos encontrados, ya que ves el sufrimiento de esos niños que no sueles ver en Occidente, pero luego te sientes bien por poder ayudar a mejorar su vida, curando sus heridas, dándoles una educación…”, en definitiva, es una “experiencia de vida” que Jose recomienda vivir al menos una vez en la vida.
EL FUTURO DE LA ONG
“Hospitaleros Sin Fronteras no podría hacer lo que hace sin la ayuda de todos nuestros socios, por lo que para que este proyecto crezca, necesitamos que más gente crea en nosotros y colabore como socia”, destaca Jose Mejías, quien señala que el aumento de socios es la necesidad más importante que tienen para poder mantener la ONG en el futuro. Además, el tema económico es importante porque “queremos hacer una doble labor: la ayuda a los niños talibé y el apoyo al desarrollo del comercio local, por lo que, además de llevar materiales desde aquí, queremos contar con dinero para poder comprar otros materiales allí y colaborar con el mercado local”. Aun así, Jose dice entender que a la gente “le cueste colaborar económicamente porque las ONG están miradas con lupa debido a que siempre ha habido fraude”. En cuanto a las instituciones, también les piden colaboración: “Necesitamos un vehículo para poder transportar material y mover a los voluntarios de un lado a otro”. Y reconocen la ayuda ofrecida: “El Ayuntamiento de Sarria nos cede el antiguo ambulatorio, donde organizamos nuestras actividades y colaboran con nosotros en el desarrollo del Mercado Solidario Malicounda Teranga”.
Finalmente, Jose Mejías solo pide un deseo: “Poder seguir escolarizando niños talibé y mejorar su vida. Ellos viven en el suelo de las daaras y nosotros les proporcionamos literas, ventanas, etc., ya que conviven unos 50 niños en un dormitorio. Tenemos la suerte de colaborar con marabús jóvenes que creen en un cambio de conciencia para mejorar las daaras y que los niños no duerman en el suelo, por lo que están abiertos a que los ayudemos. Poder colaborar mejorando las condiciones de las daaras significa ayudar a más niños y conseguir escolarizarlos, y en ese camino estamos”, concluye.