Tere Capellá, de Huellas Sarria: “Necesitamos voluntarios para seguir mejorando la vida de los animales”

Jessica Fernández
“Empezamos en 2016 porque el Gobierno local de aquel entonces había cancelado el convenio que tenía con la Protectora de Lugo, y unas cuantas personas de aquí que nos conocíamos empezamos a ayudar al ayuntamiento como voluntarios”, recuerda Tere Capellá, presidenta de Huellas Sarria. Aquellos primeros pasos marcaron el inicio de un grupo que, tras tres años de colaboración con el Concello, en 2019, y con la llegada de un nuevo equipo de gobierno, la asociación se desvinculó definitivamente de la administración local. “Ahí fue cuando nos fuimos para una finca alquilada algo más lejos del núcleo urbano. Nuestra idea de futuro es poder comprar esta finca, pero por ahora pagamos un alquiler los socios con nuestras cuotas, pero también de las actividades que realizamos”, explica Capellá. Actualmente, Huellas Sarria se ocupa de ocho perros, la mayoría de ellos acogidos desde aquella ruptura con el Concello, aunque también atienden otros casos que llegan por cesiones de familias que no pueden hacerse cargo o de otras protectoras.
La presidenta subraya que su papel no pasa por recoger animales en la calle, una competencia que corresponde al Ayuntamiento: “Nosotros no recogemos en la calle, que es un deber del ayuntamiento. Nosotras ayudamos a visibilizar estos abandonos y los ponemos en redes, pero solo nos hacemos cargo de aquellos perros que llegan a nosotros por particulares o protectoras que nos ceden”.
Por su parte, desde el Concello de Sarria defienden el modelo actual basado en el convenio con Rescates Garatuxa, al estar reconocido como refugio por la Xunta de Galicia y cumplir con las condiciones necesarias para acoger el volumen de animales abandonados en el municipio. Según datos municipales, el pasado año se recogieron 57 perros y entre seis y siete gatos, cifras que se están repitiendo este ejercicio. El Ayuntamiento usa las naves del campo de la feria en el que permanecen los animales antes de ser trasladados al refugio. Pese a mantener caminos distintos, desde el Concello valoran de forma positiva el trabajo de Huellas Sarria, especialmente su implicación en el control de colonias felinas junto a voluntarios y clínicas veterinarias. Por su parte, desde Huellas Sarria no comparten el modelo de gestión de Garatuxa y recuerdan que es una empresa privada, mientras que Huellas es una asociación sin ánimo de lucro.
El refugio de Huellas Sarria sobrevive gracias al esfuerzo de sus socias y a la colaboración vecinal. Con apenas seis personas en la asociación, son dos las que acuden de manera habitual a la finca para cuidar de los animales, junto con una trabajadora contratada que garantiza la atención diaria. “Hacemos lo que podemos con nuestros recursos, pero no podemos tener todos los perros que quisiéramos ni la infraestructura que nos gustaría, aunque tenemos caniles amplios”, explica la presidenta, Tere Capellá. La entidad mantiene actualmente a ocho perros en sus instalaciones y asume los gastos de alimentación, limpieza, medicación, gastos veterinarios y el mantenimiento de las instalaciones. El apoyo de la persona contratada resulta clave para el funcionamiento del refugio. “Viene de lunes a viernes por las mañanas y un par de tardes para cuidar a los perros y darles de comer, así como los saca, los limpia y les administra la medicación”, señala Capellá, que destaca la importancia de contar con esta ayuda profesional.
Más allá del cuidado de los animales, Huellas Sarria se sostiene también gracias a un mercadillo solidario ubicado en la Rúa Liberdade 136, abierto dos tardes a la semana: los miércoles y los viernes. “Allí recibimos donaciones que son muy necesarias para poder llevar a cabo nuestro trabajo, porque además de cuidar de los perros, hay que cuidar de la finca, pagar el alquiler, los gastos de alimentación, el veterinario, así como la nómina de la persona contratada”, afirma la presidenta.
LA NECESIDAD DE APOYO
La colaboración entre asociaciones que protegen a los animales se ha convertido en un pilar fundamental para la labor que desarrolla Huellas Sarria. Así lo defiende su presidenta, que subraya que “es de vital importancia la sinergia entre protectoras, tanto de perros como de gatos, porque necesitamos colaborar, porque si no, solos, no vamos a ningún lado”. El trabajo en red permite compartir recursos y materiales que resultan esenciales en momentos puntuales, además de facilitar la búsqueda de familias para los animales que esperan adopción. “Lo importante es que las asociaciones sean a su vez como asociadas. Poder ayudarnos en lo que sea, como en compartir materiales que nos pueden hacer falta en algún momento. Y, sobre todo, para avisarnos de si hay algún animal perdido o que necesite un hogar”, explica Capellá.
En el caso de Sarria, la asociación ha comenzado a implicarse también en el control de colonias felinas, una tarea que consideran prioritaria por el elevado número de gatos callejeros que existen en la localidad. “Nosotras ahora estamos empezando a controlar las colonias de gatos, ya que hay muchísimos en Sarria, y compartimos en redes los que encontramos por la calle o los derivamos a protectoras como Miau Lemos o Michos Lugo”, señala la presidenta. Algo que también valoran y agradecen desde el Concello: “La labor que hace Huellas Sarria con las colonias de gatos es honorable”.
El contacto constante con otras entidades también facilita la atención y la adopción de perros y gatos. “Estamos en continuo contacto para encontrarle un hogar a los animales, sean de donde sean”, insiste Capellá, convencida de que la unión entre protectoras es la clave para afrontar el reto del abandono animal en la comarca.
A pesar del esfuerzo, Huellas Sarria tiene limitaciones, ya que, como destaca Capellá, el mayor reto es la falta de personal voluntario que dé continuidad al proyecto. “Ahora mismo, lo más importante, aparte de la adopción, que eso sería lo primero de todo, serían los voluntarios, porque tenemos esa persona que viene por la semana, pero muchas tardes, los fines de semana, los festivos, las vacaciones… lo hacemos entre dos”, explica. La carga de trabajo, asegura, condiciona su vida personal. “A veces es complicado porque no tienes tiempo libre de calidad. Yo creo que el voluntariado sería importante, pero un voluntariado un poco comprometido, porque durante estos años ha habido mucha gente, pero cada uno va haciendo su vida, cambiando de prioridades y se va desvinculando”, lamenta. Además, Capellá considera necesario un mayor respaldo institucional.
El refugio cuenta con instalaciones básicas que no cubren todas las necesidades. “Quisiéramos llegar a ser un centro de recogida autorizado, pero ahora mismo lo que tenemos cubre las necesidades para lo que somos, un refugio privado de una asociación. En su día, encargamos un proyecto, y con la obra y con todo se nos iba a unos 30-40.000 euros. Obviamente, si no nos ayudan a financiarlo, no lo podemos pagar”, apunta Capellá. Recuerda que hubo un intento de crear un refugio comarcal con apoyo de la Diputación de Lugo, pero no prosperó debido al voto en contra de la oposición por ubicarse en el Mazadoiro, porque estaba cerca de la residencia de ancianos, “y esa fue la excusa que pusieron”, afirma. Para Capellá, aquella iniciativa hubiera sido clave: “Eso hubiera sido un bien para la comarca, porque además la recogida y gestión de los animales abandonados se debe hacer por ley y muchos concellos de Galicia no lo cumplen. Es un peligro tener animales abandonados porque es un tema de seguridad ciudadana, ya no solo por el animal, que también, sino porque se cruzan en las carreteras y se producen accidentes”.
De cara al futuro, Huellas Sarria mantiene clara su prioridad: encontrar un hogar para los perros que viven en el refugio. “La prioridad es cuidar de ellos y que puedan estar en una casa antes de morir, que son todos buenísimos”, asegura. La presidenta admite, sin embargo, que la continuidad del proyecto dependerá de que se sume más gente al trabajo voluntario. “Si no hay más voluntarios que puedan cubrirnos, que venga un poco a renovar las ganas o las fuerzas, no sé en el futuro, cuando ya no estén estos perritos, qué haremos”, confiesa. Y añade que espera “cumplir los diez años el año que viene y, a partir de ahí, la idea sería poder mejorar: hacer aquí una construcción buena, comprar la finca y seguir con Huellas Sarria como hasta ahora, como un refugio privado. Depender de las instituciones no siempre facilita, pero estamos abiertas a colaboraciones y, sobre todo, a voluntarios y voluntarias”.