Yésica Ríos, del Club de Lectura Letras Vivas: “De toda literatura se puede sacar una enseñanza”

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Hablamos con Yésica Ríos, promotora del club de lectura consciente ‘Letras vivas’ de Sarria
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Actualizada el 19 diciembre 2025, 11:20 horas
16 Nov 2025

Jessica Fernández

¿Cómo surge el club de lectura?

Primero, para mí misma, quería compartir los libros que leía, aquellos que tenían una enseñanza detrás, y preguntarle a alguien qué le parecía. Era muy difícil encontrar personas que leyeran lo mismo que yo y, además, que tuvieran ganas de analizarlos. Por eso decidí crear mi propio club de lectura hace un año. La verdad es que hubo pocos participantes, pero la gente que llegó fue la que tenía que venir. Me gustaría que fuera más numeroso, pero creo que a las personas que participaron les gustó, porque hay una literatura que no es solo de autoayuda, no es solo eso; cualquier libro puede tener una enseñanza. En el pasado leímos obras muy diversas, desde Los cuatro acuerdos, que es un clásico de este estilo, hasta Frankenstein o Sin noticias de Gurb. Lo importante es fomentar la lectura y, después, hacer un análisis personal de lo que podemos aprender y llevar a nuestra propia vida.

¿A qué se refiere con “consciente”?

Cuando hablo de un club de lectura consciente me refiero a que no solo leemos por entretenimiento, sino para tomar conciencia de lo que los libros despiertan en nosotros. Cada historia es una oportunidad para observar nuestras emociones, creencias o formas de ver la vida. En Letras Vivas no buscamos analizar la obra desde lo técnico, sino desde lo humano: qué nos conmueve, qué nos inspira o qué nos invita a cambiar. Es una lectura que nos ayuda a conocernos mejor y a vivir con más presencia. Porque incluso en los libros más teóricos, como por ejemplo Los cuatro acuerdos, que ofrecen cuatro consejos, surge la pregunta: ¿y ahora, qué hago con esta información? Entonces, cuando ves lo que opina otra persona, cuando dices “yo haría esto”, esa combinación de puntos de vista te ayuda a comprender mejor y a saber por dónde salir y cómo llevarlo a la práctica. También fomentamos el aprendizaje, porque podemos sacar enseñanzas para la vida diaria. Tratamos esa parte en tercera persona, porque en la vida personal yo ya no me meto; hablamos todo el tiempo de libros, pero cada uno lleva mucha enseñanza personal. Frankenstein, por ejemplo, ¿qué te enseñó? Pues que no todas las apariencias son lo que parecen, algo tan básico y, al mismo tiempo, tan profundo. Sin noticias de Gurb, que es una comedia, también te permite trabajar esas apariencias, el humor, y sacar aprendizajes como la responsabilidad, cuando a veces nos responsabilizamos más de lo que deberíamos. Hubo muchos consejos que la gente sacó de los libros, cosas en las que ni yo misma había pensado, pero es bonito hablar de un libro y aprender con otras personas, porque cada quien ve las cosas de una manera diferente.

¿Cuántas veces se reúnen?

Nos reunimos una vez al mes, los viernes a las 19:30 horas en el Ecoespazo Vitriol de Sarria, donde nos dejan un espacio para poder comentar los libros durante hora y media, más o menos. La gente que vino el año pasado se iba con otra cara después de la conversación, porque aprendemos que también es importante expresar las emociones. Quizás sentiste odio hacia un personaje, y es normal. Trabajamos mucho las emociones, las habilidades blandas. Y, sobre todo, salimos con una enseñanza.

¿Cuál es la línea a seguir para elegir los libros?

La línea para elegir los libros en Letras Vivas parte de algo muy sencillo: que las historias nos toquen por dentro. Busco libros que nos inviten a conectar con nuestras emociones, a reconocer lo que sentimos y a ponerle palabras a eso que a veces cuesta expresar. También me interesa que las lecturas nos ayuden a reflexionar sobre nuestros valores o necesidades emocionales, porque al final eso es lo que guía muchas de nuestras decisiones en el día a día, tanto personales como profesionalmente. Entre Los cuatro acuerdos, Los siete hábitos de la gente altamente efectiva o Walden, todo tenía sentido en mi cabeza, y quien los leyó entendió por qué fui eligiendo esos libros, todos en la misma línea, no faltó algo dramático como Stoner o una comedia. Quería reflexionar sobre lo que nos hace sentir y lo que podemos sacar de nosotros mismos. Fue muy interesante, y esta nueva etapa va a ir un poco por esa misma dirección. Este año la idea es seguir profundizando en esas emociones que muchas veces ni reconocemos. No se trata de empezar a hablar aquí de las emociones propias, sino de observarlas a través de un libro. Leer una historia y decir: “esto me hizo sentir contenta” o “esto me hizo sentir triste”. Es ese tipo de análisis, pero a través de un tercero, por decirlo así. También queremos poner en valor las llamadas habilidades blandas: la empatía, el trabajo en equipo, la autodisciplina… esas cosas que siempre están ahí y que van surgiendo a lo largo de las lecturas.

¿Cuáles son las siguientes lecturas programadas?

Tenemos programada una lectura por mes, de octubre a junio del año pasado. En el mes de septiembre comenzamos con Me comparo contigo de Carmen Malvi, que además nos acompañó y fue una experiencia increíble. Luego, en noviembre, el libro será No me puedes lastimar de David Goggins; en diciembre, El caballero de la armadura oxidada de Robert Fisher; en enero de 2026, Martes con mi viejo profesor de Mitch Albom; en febrero, La elegancia del erizo de Muriel Barbery; en marzo, El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl; en abril, Siddhartha de Hermann Hesse; en mayo, La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero; y en junio, El alquimista de Paulo Coelho.

¿Qué aporta este club de lectura a Sarria?

Letras Vivas aporta a Sarria un espacio diferente, donde no solo se ve leer, también sentir, reflexionar y compartir desde la consciencia. Aquí las historias se conectan con las emociones y la vida cotidiana. No buscamos solo entender los libros, sino entendernos a través de ellos. Es un punto de encuentro para las personas que quieren parar, conversar y reconectar consigo mismas. Cualquier club de lectura es interesante. La diferencia entre el nuestro y el Club de Lectura de la escritora Yolanda, que se celebra en la Casa de la Cultura, es que allí se habla más de la literatura, gramática, análisis de los personajes… todo eso está súper bien. Nosotros no analizamos la retórica, analizamos lo que un libro nos produce a nosotros, entonces se puede participar en los dos; incluso, son complementarios.

¿Cuál es el objetivo del club de lectura Letras Vivas?

Por ahora estoy muy contenta, lo que quiero es que sea más conocido, que venga más gente, aunque solo sea un día para conocernos y que sepan de qué hablamos. Quizás al decir que es “consciente”, la gente piensa que es cerrado, pero no. Nosotros venimos aquí, tomamos algo durante hora y media y hablamos del libro. No hacemos grandes experimentos psicológicos, hablamos de los personajes y de lo que nos hacen sentir, y cada uno se abre lo que quiera. También me gustaría poder traer más autores para poder hablar con ellos y ellas de sus obras. Estamos abiertas, además, a que cualquiera pueda expresar su creatividad con nosotros. Con respecto a las participantes, quiero fomentar también que cada una de ellas se sienta impulsada a escribir. Yo les doy una libreta al principio del año para que escriban en ella todo lo que sienten leyendo el libro e incluso que la usen como diario.

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